lunes, 15 de julio de 2013

Mi Primera Historia de Terror (Basada en Hechos Reales)

Era de noche, eran las 7 pm a más tardar. Laura se bebía un vaso de refresco mientras sus amigos revisaban cuidadosamente una botella de color rojo carmesí, con una válvula y una manguera que le salía de un costado, Marcos le había dicho que se llamaba “Narguila”. Todos emocionados empezaron a seguir las instrucciones que Marcos les había dado para armarla y empezar a disfrutar de una esencia frutal. <<No debería fumarla – pensaba Laura – tantas veces que he regañado a mis papás por fumar cigarros, ¿Será esto igual de dañino?>>

-         - No te preocupes – dijo Alex, su pareja – es sólo por probar, no creo que sea más dañino que el cigarrillo que se fuma tu papá.

Laura sólo sonrió, <<Después de 4 años, todavía me lee los pensamientos>>.

Hacía tiempo que todo el grupo no se había reunido, desde que Marcos y Enrique viajaron a España por el verano, cada uno andaba más en lo suyo. Gabriel abría una botella de vodka, para preparar los tragos de la noche, como de costumbre. Laura se encontraba extremadamente cansada con el inicio de las clases universitarias, pero no pudo rechazar el aroma del jugo de naranja adulterado que le pasó su amigo.

Colocaron música y empezaron a echar anécdotas de la semana mientras los carbones para la Narguila ardían en la cocina. Laura besó la mejilla de Alex, ya le estaba empezando a crecer la barba otra vez, él parecía apenas notar el beso, pero le apretó la mano a Laura en señal de agradecimiento.

Justo al empezar a sonar Dazed and Confused , los carbones dieron señal de estar listos. Colocaron una especie de pasta pegajosa color vinotinto en un pequeño envase de porcelana que tenía aquella botella, la cubrieron de papel aluminio, y encima, los carbones encendidos al rojo vivo. Laura notó el leve sonido siseante al momento de que los carbones hicieron contacto con el papel. En seguida, Marcos aspiró fuertemente la manguera y un humo blanco poco a poco fue brotando de sus labios y fosas nasales.

-         -  Está lista – dijo Marcos con una sonrisa de placer casi cautivadora.

Se sentaron todos en el piso, colocando la Narguila encima de una pequeña caja de madera. Y uno a uno empezó a probar ese sabor dulzón, un vapor cálido que se alojaba en las papilas gustativas y se escabullía por la garganta. << Cualquiera pensaría que estuviéramos fumando droga >> pensó Laura, divertida. Antes de probarla ella, quiso ver la cara de su mejor amiga: Andrea. Al ver su sonrisa de aprobación se sintió más tranquila. Después fumó Víctor, Carlos, Enrique, y llegó su turno.

El sabor era algo que le atraía, pero nada era mejor que jugar con las franjas de delicado humo blanco. La forma en cómo figuras indescriptibles danzaban en el aire, en como pequeños bailarines nacían de la boca de sus amigos para realizar una fiesta encima de sus cabezas. Laura no escuchaba casi nada, el cansancio y el vodka sólo le permitía enfocar su atención en aquellas figuras tan particulares.

Sólo de vez en cuando escuchaba comentarios aleatorios, chistes sobre como sonaría cada uno si llegaran a probar una droga fuerte, aquello le resultó extremadamente entretenido, pero su atención se volvió a enfocar en el humo blanco. Hasta que Alex le volteó la cara de una manera delicada, y le estampó un beso compartiendo entre sus labios aquel humo dulzón. Un beso que nunca había probado, pero que le resultó divino, excitante, y sofocante.

Laura sólo se despertó un poco cuando Marcos se levantó a calentar otro carbón, el humo se había extinguido por el momento. Cuando volvieron a colocar los nuevos carbones una canción bastante apropiada empezó a sonar: Purple Haze de Jimmy Hendrix. Marcos consideró que era un buen momento para grabar un video de todos sus amigos fumando bajo esa neblina dulzona que invadía la sala de su casa. Cada uno preparaba su mejor cara, sólo para provocar más risas entre sus compañeros, aunque el ganador, por mucho, fue Enrique, cuando inocentemente hacía que se desmayaba gracias a los efectos secundarios de la pipa y por mala suerte terminó golpeando su cabeza contra un mueble. Las risas invadieron la habitación, el video se detuvo y siguieron fumando.

-          -Saben que pueden quedarse a dormir si quieren – dijo Marcos – así seguimos fumando.

-         - Si quisiera pero Laura tiene reunión de equipo mañana – dijo Alex – y creo que todos deberíamos descansar.

En ese momento ya era una hora cercana a la 1 de la madrugada, consideraron prudente levantarse y marcharse todos al carro de Alex, para dejar a todos los demás en sus casas.

Laura se despidió de los dos hermanos: Marcos y Enrique, con la promesa de que se verían pronto. Ambos la besaron en la mejilla y le dieron un abrazo enternecedor. Y subió a la parte trasera del carro de su novio, acompañada de Andrea, Carlos y Víctor. Posteriormente, Gabriel y Alex ocuparon los asientos de adelante.

Mientras el viaje en carro empezaba, Laura solo recuerda por un momento haberse recostado del hermano de Alex, Víctor, y dormitar por unos minutos, hasta que Andrea y Carlos se bajaron del carro y se despidieron sin muchos ánimos. Laura se acomodó y trató de mantenerse despierta el resto del viaje. Dejó que sus pensamientos viajaran entre las luces de la calle, fue contando los pocos apartamentos que todavía tenían la luz encendida a esas horas, pensó en Alex, en la Universidad, y sonrió al darse cuenta que todavía tenía en la boca esa esencia sabor a fresa de la Narguila.  Mientras iban por una subida estrecha, zigzagueando entre calles oscuras en dirección a la casa de Gabriel, sus amigos conversaban pero ella sólo observaba por la ventana, con la mirada perdida, sólo deseaba dormir.

Pero hubo 5 palabras que inexplicablemente capturaron su atención:

-          - Creo que nos están siguiendo – dijo Alex, a lo cual Laura le pareció un comentario poco importante.

Segundos después, un automóvil los adelantó e interceptó. Laura ni siquiera escuchó el carro aproximarse y sólo se preguntó en voz alta: “¿Y este qué?”

A continuación, lo nunca antes esperado.

Del carro se bajó un hombre, armado. Laura sólo lo recuerda como un hombre alto, y su cara se encontraba justo detrás de un arma corta y brillante, que reflejaba las luces blancas del carro de Alex. No pudo explicar qué estaba pasando, no escuchó nada, ni siquiera se pudo mover. Por un segundo deseó que sus ojos se hubieran perdido en un sueño, que Alex todavía estuviera manejando a casa de Gabriel y que sus amigos estuvieran todavía riendo sobre cualquier comentario alegre. Pero ese deseo terminó por ser absurdo, Laura ya ni sentía las piernas.

Alex siempre le comentaba que en situaciones así era mejor obedecer, bajarse del carro y entregar todo. No mirarlos a la cara y simplemente dejar que se salgan con la suya. Pero esa vez, Alex no siguió su propio consejo. Colocó su mano en la palanca de cambio y retrocedió, bajando a toda velocidad. Laura sólo pudo escuchar y obedecer a Víctor cuando gritó que debían colocarse los cinturones de seguridad, ella no podía creer lo que estaba pasando. Las luces que miraba hace unos segundos desaparecieron, sólo veía el perfil de Alex, ni siquiera pudo articular ni una palabra.

<<No nos van a alcanzar, este carro es más pequeño y más rápido, Alex los va a perder, llegaré a mi casa pronto>> pensó con total seguridad. Pero un sonido similar a un trueno interrumpió sus pensamientos, y pudo ver como el rostro de Alex giró rápidamente hacia la derecha, y una lluvia de vidrios invadieron el carro. El vehículo se detuvo en seco, Alex trató inútilmente en encender el carro nuevamente, hasta que un golpe nuevamente sacudió el carro, Laura todavía seguía en una especie de transe.

Al detenerse el carro, Victor abrió la puerta y salió, colocó sus manos al aire y articuló palabras para tranquilizar a sus agresores. Ella lo veía desde el otro lado del interior del carro, Laura permaneció inmóvil, la figura de Víctor se veía clara, pero cada vez se hacía más pequeña. Una sombra negra se asomó por la puerta de Víctor y empezó a arrastrarse al interior del vehículo. Laura a penas tuvo tiempo de pensar, sus manos buscaron desesperadamente el botón del cinturón del carro para liberarse, sin quitarle la vista a aquella sombra robusta, sin rostro. Se quitó el cinturón como pudo y salió desprendida del carro, colocando torpemente sus manos al aire.

Todo lo veía a modo paisaje, su vista no se enfocó en nadie ni en nada. Sin importar a donde viera, todo estaba en silencio, pero todo era caótico. Pronto su mente empezó a divagar, a hacer su propia historia en la cabeza: <<Se darán cuenta que soy la única mujer en el carro, me van a llevar, y nunca me conseguirán, mis padres buscarán mi cuerpo por días, estos hombres harán lo que sea conmigo, hasta suplicarles la muerte. Alex no podrá hacer nada, agarrarán el carro conmigo adentro, son cuatro hombres no podré contra ellos>>

Su vista de pronto se enfocó en Alex, quien se bajaba lentamente del carro sosteniendo su billetera en la mano y ofreciéndosela a uno de sus agresores, el cual la agarró y la tiró al suelo sin darle mayor importancia.

<<Ellos no quieren dinero, Alex, quieren tu carro, y a tu novia, tal vez no buscaban mujeres, pero la consiguieron, no hay protesta que valga, ellos mandan ahora>>. Sintió un aroma a pólvora en el aire, pudo observar el carro de sus agresores colocado casi perpendicular al carro de Alex, y con mucho trabajo pudo entender de dónde provino el segundo impacto.

<<¿Corro? ¿A dónde? Nadie me abrirá la puerta de su casa. Y si lo hago, ¿Me dispararán?, ¿Alex correrá conmigo? ¿Y si hay más personas más adelante esperándome a que cometa ese mismo error?>>  

Laura pasó su vista en menos de un segundo por todas las calles, rejas, parques, aceras que había delante. Y se dio cuenta que esta acorralada, a sus espaldas solo había un muro de una casa, y ni siquiera consideró en tocar la puerta, nadie respondería a su auxilio.

El conductor del otro carro se bajó tranquilamente del vehículo, armado. Observó a Alex detenidamente, apuntó su arma, Alex ni siquiera pudo reaccionar, permaneció inmóvil, sus ojos parecían absortos entre lo que estaba sucediendo, hasta que el hombre armado pronunció:

-          - ¿Tú crees que esto es un juego?.

Acto seguido: disparó el arma, Alex se desplomó en el suelo.

Laura no sabe cuantos segundos pudieron pasar, todo se tornó negro. <<Lo mataron, Alex está muerto>>, la semana siguiente cumplirían otro año más juntos, la relación más larga que ambos hubieran tenido en sus vidas, pero ya, nada de eso importaba. La mente de Laura se llenó de susurros, de conversaciones, de risas, de llantos, de discusiones, de gemidos, de saludos, de sonidos de besos, los 4 años juntos dejaron de existir, ya nada tenía sentido. Pudo ver su primer beso, pudo escuchar conversaciones de teléfono que duraban horas, pudo ver su primera pelea, pudo escuchar el último “te amo” que le había susurrado al oído. Pudo sentir el peso del collar que le había regalado al mes de haberse juntado. La plata del collar se torno gélida, sintió como le quemaba la piel, el corazón que guindaba de la cadena no medía más que medio centímetro, pero sintió que pesaba millones de toneladas, sintió un peso que la anclaba al suelo donde estaba, sus sentidos sólo se enfocaron en ese dolor, ella creía que estaba acostumbrada a no sentir esa cadena en su cuello, pero ahora, la estaba ahorcando, Laura no se atrevía a respirar. Sus oídos zumbaban, solo escuchaba un sonido constante y ensordecedor, como si estuviera en un túnel de metro.

En cámara lenta pudo ver a Victor gritar el nombre de su hermano y lanzarse al suelo, pero su voz se escuchaba a lo lejos, el zumbido parecía incrementar a cada segundo. Laura enfocó nuevamente la vista, los dos carros habían desaparecido, ella no los vio partir. Sus piernas se durmieron, ella se quedó ahí, parada.

Hasta que por fin, pudo distinguir un sonido claro, algo en su cabeza le gritó <<MUÉVETE>>. Automáticamente, empezó a recobrar sus sentidos, se dio cuenta que hacía frío en el aire, hacía un silencio mortal, sintió su boca seca, la cual estaba un poco entreabierta, dejando pasar el aire suavemente a sus pulmones sin ella notarlo. Sus pies empezaron a andar, y a correr hacia donde estaban las espaldas de sus dos amigos agachadas en el suelo, cubriendo el cuerpo de su novio. Hasta que pudo ver el rostro de Alex frente a frente, ahí, tirado en el pavimento. Sus ojos no miraban a nadie en particular, sólo el cielo estrellado. Su rostro era serio, casi enfadado, Laura apenas pudo notar su mano izquierda agarrándose su hombro derecho. Ella sólo se atrevió a respirar cuando los labios de Alex modularon las palabras:

-         - Tranquila. Sólo me rozó el brazo.

Silvia Mercader Ferri
Septiembre 2008
Caracas


3 comentarios:

  1. A pesar de que la historia se me hizo muy conocida, no pude dejar de leerla hasta el final por lo bien contada que está. Las descripciones son muy detalladas y ponen el ambiente necesario para seguir con detenimiento el desarrollo de la narración. Qué bueno que continúes con esta afición que es tan reconfortante. Un besote, sobrina.

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  2. muchísimas gracias tío, me encanta compartir esta afición contigo y que, además, sea bien recibida!! seguiré escribiendo entonces!!

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  3. Wow Silvia me gustó! que buen manejo de la descripción está como para llevarlo a un cortometraje, sigue escribiendo :D

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