Era de noche, eran las 7 pm a más
tardar. Laura se bebía un vaso de refresco mientras sus amigos revisaban
cuidadosamente una botella de color rojo carmesí, con una válvula y una
manguera que le salía de un costado, Marcos le había dicho que se llamaba “Narguila”. Todos emocionados empezaron a
seguir las instrucciones que Marcos les había dado para armarla y empezar a
disfrutar de una esencia frutal. <<No debería fumarla – pensaba Laura –
tantas veces que he regañado a mis papás por fumar cigarros, ¿Será esto igual
de dañino?>>
- - No te preocupes – dijo Alex, su pareja – es sólo
por probar, no creo que sea más dañino que el cigarrillo que se fuma tu papá.
Laura sólo sonrió,
<<Después de 4 años, todavía me lee los pensamientos>>.
Hacía tiempo que todo el grupo no
se había reunido, desde que Marcos y Enrique viajaron a España por el verano,
cada uno andaba más en lo suyo. Gabriel abría una botella de vodka, para
preparar los tragos de la noche, como de costumbre. Laura se encontraba
extremadamente cansada con el inicio de las clases universitarias, pero no pudo
rechazar el aroma del jugo de naranja adulterado que le pasó su amigo.
Colocaron música y empezaron a
echar anécdotas de la semana mientras los carbones para la Narguila ardían en la cocina. Laura besó la mejilla de Alex, ya le
estaba empezando a crecer la barba otra vez, él parecía apenas notar el beso,
pero le apretó la mano a Laura en señal de agradecimiento.
Justo al empezar a sonar Dazed and Confused , los carbones dieron
señal de estar listos. Colocaron una especie de pasta pegajosa color vinotinto
en un pequeño envase de porcelana que tenía aquella botella, la cubrieron de
papel aluminio, y encima, los carbones encendidos al rojo vivo. Laura notó el
leve sonido siseante al momento de que los carbones hicieron contacto con el
papel. En seguida, Marcos aspiró fuertemente la manguera y un humo blanco poco
a poco fue brotando de sus labios y fosas nasales.
- - Está lista – dijo Marcos con una sonrisa de
placer casi cautivadora.
Se sentaron todos en el piso,
colocando la Narguila encima de una
pequeña caja de madera. Y uno a uno empezó a probar ese sabor dulzón, un vapor
cálido que se alojaba en las papilas gustativas y se escabullía por la
garganta. << Cualquiera pensaría que estuviéramos fumando droga >>
pensó Laura, divertida. Antes de probarla ella, quiso ver la cara de su mejor
amiga: Andrea. Al ver su sonrisa de aprobación se sintió más tranquila. Después
fumó Víctor, Carlos, Enrique, y llegó su turno.
El sabor era algo que le atraía,
pero nada era mejor que jugar con las franjas de delicado humo blanco. La forma
en cómo figuras indescriptibles danzaban en el aire, en como pequeños
bailarines nacían de la boca de sus amigos para realizar una fiesta encima de
sus cabezas. Laura no escuchaba casi nada, el cansancio y el vodka sólo le
permitía enfocar su atención en aquellas figuras tan particulares.
Sólo de vez en cuando escuchaba
comentarios aleatorios, chistes sobre como sonaría cada uno si llegaran a
probar una droga fuerte, aquello le resultó extremadamente entretenido, pero su
atención se volvió a enfocar en el humo blanco. Hasta que Alex le volteó la
cara de una manera delicada, y le estampó un beso compartiendo entre sus labios
aquel humo dulzón. Un beso que nunca había probado, pero que le resultó divino,
excitante, y sofocante.
Laura sólo se despertó un poco
cuando Marcos se levantó a calentar otro carbón, el humo se había extinguido
por el momento. Cuando volvieron a colocar los nuevos carbones una canción
bastante apropiada empezó a sonar: Purple Haze de Jimmy Hendrix. Marcos
consideró que era un buen momento para grabar un video de todos sus amigos
fumando bajo esa neblina dulzona que invadía la sala de su casa. Cada uno
preparaba su mejor cara, sólo para provocar más risas entre sus compañeros,
aunque el ganador, por mucho, fue Enrique, cuando inocentemente hacía que se
desmayaba gracias a los efectos secundarios de la pipa y por mala suerte
terminó golpeando su cabeza contra un mueble. Las risas invadieron la
habitación, el video se detuvo y siguieron fumando.
- -Saben que pueden quedarse a dormir si quieren –
dijo Marcos – así seguimos fumando.
- - Si quisiera pero Laura tiene reunión de equipo
mañana – dijo Alex – y creo que todos deberíamos descansar.
En ese momento ya era una hora cercana a la 1 de la
madrugada, consideraron prudente levantarse y marcharse todos al carro de Alex,
para dejar a todos los demás en sus casas.
Laura se despidió de los dos hermanos: Marcos y Enrique, con
la promesa de que se verían pronto. Ambos la besaron en la mejilla y le dieron
un abrazo enternecedor. Y subió a la parte trasera del carro de su novio,
acompañada de Andrea, Carlos y Víctor. Posteriormente, Gabriel y Alex ocuparon
los asientos de adelante.
Mientras el viaje en carro empezaba, Laura solo recuerda por
un momento haberse recostado del hermano de Alex, Víctor, y dormitar por unos
minutos, hasta que Andrea y Carlos se bajaron del carro y se despidieron sin
muchos ánimos. Laura se acomodó y trató de mantenerse despierta el resto del
viaje. Dejó que sus pensamientos viajaran entre las luces de la calle, fue
contando los pocos apartamentos que todavía tenían la luz encendida a esas
horas, pensó en Alex, en la Universidad, y sonrió al darse cuenta que todavía
tenía en la boca esa esencia sabor a fresa de la Narguila. Mientras iban por
una subida estrecha, zigzagueando entre calles oscuras en dirección a la casa
de Gabriel, sus amigos conversaban pero ella sólo observaba por la ventana, con
la mirada perdida, sólo deseaba dormir.
Pero hubo 5 palabras que inexplicablemente capturaron su
atención:
- - Creo que nos están siguiendo – dijo Alex, a lo
cual Laura le pareció un comentario poco importante.
Segundos después, un automóvil los adelantó e interceptó.
Laura ni siquiera escuchó el carro aproximarse y sólo se preguntó en voz alta:
“¿Y este qué?”
A continuación, lo nunca antes esperado.
Del carro se bajó un hombre, armado. Laura sólo lo recuerda
como un hombre alto, y su cara se encontraba justo detrás de un arma corta y
brillante, que reflejaba las luces blancas del carro de Alex. No pudo explicar
qué estaba pasando, no escuchó nada, ni siquiera se pudo mover. Por un segundo
deseó que sus ojos se hubieran perdido en un sueño, que Alex todavía estuviera
manejando a casa de Gabriel y que sus amigos estuvieran todavía riendo sobre
cualquier comentario alegre. Pero ese deseo terminó por ser absurdo, Laura ya
ni sentía las piernas.
Alex siempre le comentaba que en situaciones así era mejor
obedecer, bajarse del carro y entregar todo. No mirarlos a la cara y
simplemente dejar que se salgan con la suya. Pero esa vez, Alex no siguió su
propio consejo. Colocó su mano en la palanca de cambio y retrocedió, bajando a
toda velocidad. Laura sólo pudo escuchar y obedecer a Víctor cuando gritó que
debían colocarse los cinturones de seguridad, ella no podía creer lo que estaba
pasando. Las luces que miraba hace unos segundos desaparecieron, sólo veía el
perfil de Alex, ni siquiera pudo articular ni una palabra.
<<No nos van a alcanzar, este carro es más pequeño y
más rápido, Alex los va a perder, llegaré a mi casa pronto>> pensó con
total seguridad. Pero un sonido similar a un trueno interrumpió sus
pensamientos, y pudo ver como el rostro de Alex giró rápidamente hacia la
derecha, y una lluvia de vidrios invadieron el carro. El vehículo se detuvo en
seco, Alex trató inútilmente en encender el carro nuevamente, hasta que un
golpe nuevamente sacudió el carro, Laura todavía seguía en una especie de
transe.
Al detenerse el carro, Victor abrió la puerta y salió,
colocó sus manos al aire y articuló palabras para tranquilizar a sus agresores.
Ella lo veía desde el otro lado del interior del carro, Laura permaneció
inmóvil, la figura de Víctor se veía clara, pero cada vez se hacía más pequeña.
Una sombra negra se asomó por la puerta de Víctor y empezó a arrastrarse al
interior del vehículo. Laura a penas tuvo tiempo de pensar, sus manos buscaron
desesperadamente el botón del cinturón del carro para liberarse, sin quitarle
la vista a aquella sombra robusta, sin rostro. Se quitó el cinturón como pudo y
salió desprendida del carro, colocando torpemente sus manos al aire.
Todo lo veía a modo paisaje, su vista no se enfocó en nadie
ni en nada. Sin importar a donde viera, todo estaba en silencio, pero todo era
caótico. Pronto su mente empezó a divagar, a hacer su propia historia en la
cabeza: <<Se darán cuenta que soy la única mujer en el carro, me van a
llevar, y nunca me conseguirán, mis padres buscarán mi cuerpo por días, estos
hombres harán lo que sea conmigo, hasta suplicarles la muerte. Alex no podrá
hacer nada, agarrarán el carro conmigo adentro, son cuatro hombres no podré
contra ellos>>
Su vista de pronto se enfocó en Alex, quien se bajaba lentamente
del carro sosteniendo su billetera en la mano y ofreciéndosela a uno de sus
agresores, el cual la agarró y la tiró al suelo sin darle mayor importancia.
<<Ellos no quieren dinero, Alex, quieren tu carro, y a tu novia, tal vez
no buscaban mujeres, pero la consiguieron, no hay protesta que valga, ellos
mandan ahora>>. Sintió un aroma a pólvora en el aire, pudo observar el
carro de sus agresores colocado casi perpendicular al carro de Alex, y con
mucho trabajo pudo entender de dónde provino el segundo impacto.
<<¿Corro? ¿A dónde? Nadie me abrirá la puerta de su
casa. Y si lo hago, ¿Me dispararán?, ¿Alex correrá conmigo? ¿Y si hay más
personas más adelante esperándome a que cometa ese mismo error?>>
Laura pasó su vista en menos de un segundo por todas las
calles, rejas, parques, aceras que había delante. Y se dio cuenta que esta
acorralada, a sus espaldas solo había un muro de una casa, y ni siquiera
consideró en tocar la puerta, nadie respondería a su auxilio.
El conductor del otro carro se bajó tranquilamente del
vehículo, armado. Observó a Alex detenidamente, apuntó su arma, Alex ni
siquiera pudo reaccionar, permaneció inmóvil, sus ojos parecían absortos entre
lo que estaba sucediendo, hasta que el hombre armado pronunció:
- - ¿Tú crees que esto es un juego?.
Acto seguido: disparó el arma, Alex se desplomó en el suelo.
Laura no sabe cuantos segundos pudieron pasar, todo se tornó
negro. <<Lo mataron, Alex está muerto>>, la semana siguiente
cumplirían otro año más juntos, la relación más larga que ambos hubieran tenido
en sus vidas, pero ya, nada de eso importaba. La mente de Laura se llenó de
susurros, de conversaciones, de risas, de llantos, de discusiones, de gemidos,
de saludos, de sonidos de besos, los 4 años juntos dejaron de existir, ya nada
tenía sentido. Pudo ver su primer beso, pudo escuchar conversaciones de
teléfono que duraban horas, pudo ver su primera pelea, pudo escuchar el último
“te amo” que le había susurrado al oído. Pudo sentir el peso del collar que le
había regalado al mes de haberse juntado. La plata del collar se torno gélida,
sintió como le quemaba la piel, el corazón que guindaba de la cadena no medía
más que medio centímetro, pero sintió que pesaba millones de toneladas, sintió
un peso que la anclaba al suelo donde estaba, sus sentidos sólo se enfocaron en
ese dolor, ella creía que estaba acostumbrada a no sentir esa cadena en su
cuello, pero ahora, la estaba ahorcando, Laura no se atrevía a respirar. Sus
oídos zumbaban, solo escuchaba un sonido constante y ensordecedor, como si
estuviera en un túnel de metro.
En cámara lenta pudo ver a Victor gritar el nombre de su
hermano y lanzarse al suelo, pero su voz se escuchaba a lo lejos, el zumbido
parecía incrementar a cada segundo. Laura enfocó nuevamente la vista, los dos
carros habían desaparecido, ella no los vio partir. Sus piernas se durmieron,
ella se quedó ahí, parada.
Hasta que por fin, pudo distinguir un sonido claro, algo en
su cabeza le gritó <<MUÉVETE>>. Automáticamente, empezó a recobrar
sus sentidos, se dio cuenta que hacía frío en el aire, hacía un silencio
mortal, sintió su boca seca, la cual estaba un poco entreabierta, dejando pasar
el aire suavemente a sus pulmones sin ella notarlo. Sus pies empezaron a andar,
y a correr hacia donde estaban las espaldas de sus dos amigos agachadas en el
suelo, cubriendo el cuerpo de su novio. Hasta que pudo ver el rostro de Alex
frente a frente, ahí, tirado en el pavimento. Sus ojos no miraban a nadie en
particular, sólo el cielo estrellado. Su rostro era serio, casi enfadado, Laura
apenas pudo notar su mano izquierda agarrándose su hombro derecho. Ella sólo
se atrevió a respirar cuando los labios de Alex modularon las palabras:
- - Tranquila. Sólo me rozó el brazo.
Silvia Mercader Ferri
Septiembre 2008
Caracas
A pesar de que la historia se me hizo muy conocida, no pude dejar de leerla hasta el final por lo bien contada que está. Las descripciones son muy detalladas y ponen el ambiente necesario para seguir con detenimiento el desarrollo de la narración. Qué bueno que continúes con esta afición que es tan reconfortante. Un besote, sobrina.
ResponderEliminarmuchísimas gracias tío, me encanta compartir esta afición contigo y que, además, sea bien recibida!! seguiré escribiendo entonces!!
ResponderEliminarWow Silvia me gustó! que buen manejo de la descripción está como para llevarlo a un cortometraje, sigue escribiendo :D
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